13/6/10

LA AUTOESTIMA CRISTIANA - Mín. Ausencio Arroyo García

Gálatas 5:14

La autoestima consiste en estar dispuesto a ser conscientes de que somos capaces de ser competentes para enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida y de que somos merecedores de felicidad. La autoestima está compuesta de dos ideas básicas: a) autoeficacia, es decir, nuestra capacidad de aprender, elegir y tomar las decisiones adecuadas, y b) autorespeto, es decir, confianza en nuestro derecho a ser felices.

La autoestima es una necesidad básica del ser humano, es esencial para el desarrollo normal y sano. Es importante para la supervivencia, le proporciona al espíritu humano resistencia, fortaleza y capacidad de regeneración. Cuando nuestro nivel de autoestima es bajo se reduce nuestra resistencia ante los problemas de la vida. Tendemos a dejarnos influenciar más por el deseo de evitar el dolor que por el de experimentar alegría. Si no creemos en nuestra eficacia, ni en nuestra bondad, el mundo es un lugar aterrador.

Una autoestima alta nos permite:

- Buscar el desafío y el estímulo de los objetivos difíciles.

- Estar mejor equipados para enfrentar los problemas que surgen en el trabajo o en la vida personal.

- Mirar con más amplitud lo que queremos de la vida.

- Desear expresarnos de nuestra riqueza interior.

- Comunicarnos de forma más abierta, sincera y adecuada.

- Establecer relaciones positivas en lugar de relaciones tóxicas.

- Tratar bien a los demás y exigir ser bien tratados.

La primera aventura amorosa que debemos consumar, es con nosotros mismos. La admiración de los demás, no crea nuestra autoestima, ni tampoco la erudición, el matrimonio o la maternidad, ni las posesiones materiales, ni los actos de filantropía, las conquistas sexuales o la cirugía estética.


Las seis virtudes de la autoestima: 




Vivir conscientemente: Es respetar la realidad sin evadirse ni negarla. Cuanto más conscientemente se vive, más confianza se tiene en la propia mente y más respeto en el propio valor. A veces, nuestras inseguridades hacen que ejercitar la conciencia sea difícil.

Autoaceptarse: Es experimentar la realidad de manera completa, sin negarla ni evitarla. Puedo aceptar la realidad de aspectos de mí mismo que no me agradan, que no son dignos de admiración. Significa ser consciente del sentimiento y experimentarlo como algo nuestro, sin negarlo ni rechazarlo.

Autoresponsabilidad: Implica hacerse cargo adecuadamente de uno mismo en todas las situaciones que comportan una decisión propia. La autoresponsabilidad supone hacernos responsables de nuestras acciones, de nuestras decisiones, de la realización de los deseos. De la elección de nuestras compañías. Hacernos responsables de cómo tratar a los demás, hacernos responsables de nuestros cuerpos, de nuestra felicidad.

Autoafirmación: Es aprender a respetar nuestros deseos, necesidades, valores y pensamientos y buscar formas apropiadas de decirlo al mundo. Es estar dispuesto a defenderse uno mismo, no tener miedo a ser quien soy, tratarme con respeto a mí mismo.

Vivir con determinación: Para vivir la vida a un nivel de propósito consciente, debe uno hacerse responsable de formular los objetivos.

Integridad: La integridad es la congruencia entre nuestras palabras y las acciones. Es una característica de cómo vivimos, cómo nos enfrentamos a los desafíos de la vida. Se trata de mantener nuestras promesas, respetar nuestros compromisos.



El amor de Dios nos ha enseñado a amarnos.
Su amor afirma nuestra dignidad.
Autor: Mín. Ausencio Arroyo García

1 COMENTARIOS :

Anónimo dijo...

excelente estudio es y asido de gran bendición para mi vida que el señor les de mas de su gracia para seguir bendiciendo a mucha gente como yo

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