La tierra y los que dependemos de ella (humanos, animales, árboles, plantas, etc.) tenemos un vínculo irrompible, es como si nos uniera un cordón umbilical. Hemos sido hechos de ella así como el género humano (adam) fue formado a partir de la tierra (adama), y también todo que en ella habita. Es por ese vínculo que cuando Dios crea a la humanidad les delega la fundamental tarea de ser mayordomos de la creación, al cuidar a la tierra nos cuidamos a nosotros mismos. En Levítico y Deuteronomio encontramos leyes de Dios que permitirían la correcta convivencia del ser humano con su Creador, con la creación y consigo mismo. Dios estableció un orden para cohabitar en bendición y armonía, parte de ese orden estaba establecido en la necesidad de hacer un alto y restaurar lo que fuera necesario.
¡Alto! Perdona las deudas de tus hermanos
“Cada siete años perdonarás toda clase de deudas. Lo harás de la siguiente manera: Cada acreedor le perdonará a su prójimo el préstamo que le haya hecho. Ya no le exigirá a su prójimo o hermano que le pague la deuda, porque se habrá proclamado el año del perdón de las deudas en honor del Señor.” Deuteronomio 15:1-2 (NVI).
La voluntad de Dios para su pueblo era que todos se consideraran hermanos, desde el rey hasta el esclavo. Por lo tanto son puestos bajo un denominador común. Cada siete años como el texto lo indica existía la orden de perdonar deudas. Las deudas llegan a generar opresión, la usura surge de dicha transacción, es por ello que delante del Señor el préstamo tiene la intención de ayudar a un hermano en necesidad y no de hacer negocio y obtener ganancias. Para que ésta intención divina prevaleciera era necesario que cada siete años se perdonaran esas deudas. Qué diferente sería nuestro mundo, cuántas crisis económicas mundiales se habrían evitado si éste principio bíblico se llevará a cabo. Un método de opresión y esclavitud actual tiene que ver con las deudas que los países pobres tenemos con las grandes potencias del mundo, mejor conocido como: “deuda externa”.
¡Alto! Restaura la libertad para los esclavos.
“Si tu hermano hebreo, hombre o mujer, se vende a ti y te sirve durante seis años, en el séptimo año lo dejarás libre.” Deuteronomio 15:12 (NVI).
La esclavitud existente en aquellos tiempos en el pueblo de Israel estaba también supeditada a la voluntad de Dios que indica un tiempo límite para dicha relación. El pueblo de Israel que había experimentado la esclavitud en Egipto, una esclavitud permanente ahora tenía que ejercer la diferencia. El Dios de la libertad no puede tener un pueblo que se caracterice por relacionarse en términos de opresión. Las relaciones laborales que mantenemos nunca deben ser ventajosas para el patrón o para el empleado. Deben darse en un marco de respeto, responsabilidad y justicia. Ninguno de los que tiene empleados a su cargo debe aprovecharse de la necesidad y desventaja de sus subalternos. Tampoco el obrero tiene que omitir su responsabilidad, haciendo como que trabaja y esperando a cambio un salario bien remunerado.
¡Alto! Restaura la fertilidad de la tierra
“Durante seis años sembrarás tus campos, podarás tus viñas y cosecharás sus productos; pero llegado el séptimo año la tierra gozará de un año de reposo en honor al Señor. No sembrarás tus campos ni podarás tus viñas; no segarás lo que haya brotado por sí mismo ni vendimiarás las uvas de tus viñas no cultivadas. La tierra gozará de un año completo de reposo.” Levítico 25:3-5 (NVI).
El propósito principal de ésta ley es asegurar el descanso necesario para que la tierra se mantenga con vida. La idea es que por un tiempo la tierra pueda ser libre, es decir, que no esté sometida al ser humano, dando así la posibilidad de que los pobres y los animales del campo se apropien de lo que crece en ella. En países como en el que vivo actualmente, los grandes capitales cada vez están acaparando más y más tierras para su explotación. Esto a través de la producción de granos, dicho acaparamiento tiene como principio que entre más tierra se tiene y se siembra, más producción habrá y por lo tanto más ganancias. Ante esos parámetros de usufructuar la tierra, resulta completamente absurdo pretender que se dé a la tierra un descanso, la tierra tiene que producir cada vez más y para tal efecto se usan productos químicos, mismos que están generando un daño irreversible a esa adama y a los mantos acuíferos que se encuentran bajo ella. Estos daños se ven reflejados también en el cambio climático (lluvias inesperadas, granizos enormes, cambios de clima intempestivos, etc.) que se ha convertido en el azote de los productores agrícolas, desde el pequeño hasta el grande, ellos mismos han provocado su propio mal por no respetar a la tierra, por no darle tregua. Qué diferentes serían las cosas si se escuchara la voz de Dios.
¡Alto! Restaura la propiedad a su dueño original
“El año cincuenta será declarado santo, y se proclamará en el país la liberación de todos sus habitantes. Será para ustedes un jubileo, y cada uno volverá a su heredad familiar y a su propio clan […] La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra es mía y ustedes no son aquí más que forasteros y huéspedes. Por tanto, en el país habrá la posibilidad de recobrar todo terreno que haya sido heredad familiar.” Levítico 25:10, 23-24 (NVI).
Este precepto le dice NO a la ideal de que la tierra pertenece totalmente y para siempre a quien tiene el dinero para comprarla. La tierra no es del que la posee, la tierra es de Dios y no se facilitaba a los individuos sino a las familias y clanes. Así se aseguraba que las emergencias económicas de una familia no se heredaran a generaciones futuras. La ley del año sabático daba la esperanza a los que se habían empobrecido de recuperar lo perdido. Así se evitaba el colapso de la familia, pero también se procuraba la protección del medio ambiente, se evitaba con esto que surgieran acaparadores de extensas porciones de tierra para la producción masiva e indiscriminada, y que así privarán a la tierra de su descanso.
¡Cuánta falta nos hace esta ley en nuestro mundo! ¿A cuántas y cuántas familias se les ha despojado de su única fuente de vida?, ¿Cuántos han pasado de ser poseedores de una tierra, a trabajar como peones en la que fuera su propiedad?
No te detengas hasta que no existan más pobres en la tierra.
“Entre ustedes no deberá haber pobres, porque el Señor tu Dios te colmará de bendiciones en la tierra que él mismo te da para que la poseas como herencia… No seas mezquino sino generoso, y así el Señor tu Dios bendecirá todos tus trabajos y todo lo que emprendas. (11) Gente pobre en esta tierra, siempre la habrá; por eso te ordeno que seas generoso con tus hermanos hebreos y con los pobres y necesitados de tu tierra.” Deuteronomio 15:4, 10-11 (NVI).
Respecto al verso 11, es común que las personas lo tomen como una excusa para ignorar a los pobres: siempre existirá la pobreza. Pero el texto bíblico quiere decir precisamente lo contrario: no debe haber pobres en la tierra (v. 4). Si obedeciéramos cabalmente la ley de Dios, no habría pobreza en la tierra, pero mientras eso no suceda seguirá habiendo pobres en la tierra y por lo tanto el mandamiento seguirá vigente. La pobreza no existe porque sea la voluntad de Dios, depende del ser humano que haya o no pobres en la tierra. Si hay pobres es por la maldad y egoísmo humanos. Nuestra responsabilidad como Iglesia es cumplir cada vez más plenamente la voluntad de Dios y hacer conciencia, levantar voz profética en nuestro entorno para que como sociedad volvamos a la palabra de vida. Palabra de Dios que nos permitirá vivir mejor.
Tenemos la obligación de detenernos hasta que no haya más pobreza en la tierra, esa es la meta a favor de toda la creación. No permitamos que nuestro ritmo de vida nos impida hacer pausas para cumplir con las leyes que Dios estableció, justas y de salvación para todo el mundo.
Bibliografía:
Sánchez, Edesio. Deuteronomio, Comentario Bíblico Iberoamericano. Argentina: Ediciones Kairós, 2002.
Miller, Patrick D. Jr. Deuteronomy, IntBCTP. Louisville: Jonh Knox Press, 1990.
Texto de la Biblia Nueva Versión Internacional.
FUENTE: www.iglesia7d.org.mx
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